Despedidas. (Flashbacks 11)

viernes, 4 de julio de 2014


 
 «I think I'll miss you forever, like the stars miss the sun in the morning skies.»
Se separaron. Jade se limpió las lágrimas.

-Y ahora, ¿me haces el favor de llevarme a casa?

-¿No puedes conducir tú solito?

-Jade, mírame. Estoy tan borracho que no creo que pueda llegar siquiera hasta el coche.

Ella rió.

-No tienes remedio. Anda, vamos.

Caminaron juntos hasta el coche. Kyle sabía que iba a ser la última vez que la viese. Le dolía, pero no tenía más remedio. Ella se sentó en el asiento del conductor.

-Nadie más que yo ha puesto el culo en ese asiento durante años.

-Es bueno saberlo.

Jade giró la llave y puso el coche en marcha. Condujo en silencio hasta el apartamento de Kyle. Ella era una de las únicas personas que sabían dónde estaba. Al llegar, se bajó del coche.

-Espera, espera, espera. ¿Cómo vas a irte a tu casa?

-Tengo dos pies y sé el camino, Kyle.

-Ni de broma. Te presto el coche.

Había sido una decisión difícil, pero quería que ella tuviera el descapotable. Jade puso una expresión de asombro.

-¿En serio?

-Claro. Todo tuyo -él se encogió de hombros, quitándole importancia.

-Pues... gracias.

Kyle se bajó del coche y ella volvió a sentarse en el asiento del conductor.

-Te echaré de menos, Jade. -decir esas palabras se sentía como si miles de cuchillos se clavaran a la vez en su pecho. No sabía si podría aguantar cuando se lo dijera a Annabelle.

Ella sonrió y puso los ojos en blanco. No sospechaba nada.

-Hasta mañana, Dixon.

-Te voy a echar de menos -repitió él.

Jade arrancó el coche y se fue. Él la observó marcharse. Después, entró en su casa. Había una carta en su buzón. Su corazón se aceleró al leer el remitente. Era de Annabelle.

La leyó una vez. Y después otra. Y otra. Quiso hundirse en esa carta. Esa carta la había dado aún más razones. Annabelle estaba destrozada. Todo era por su culpa.

Cogió un papel de entre sus bocetos y en él garabateó un par de palabras casi ilegibles. Le dolía escribir aquello. Era casi como sangrar una despedida. Dejó su nota encima de sus discos de The Smiths, porque sabía que Annabelle la encontraría allí.

No tenía coche, así que le llevaría un buen rato llegar al apartamento, pero no importaba. Se puso una chaqueta y salió a toda prisa. Aquella noche iba para larga.

***************************

Hacía solo unos quince minutos que Annabelle había vuelto de dejar aquella carta en el buzón de Kyle. Quizá se había apresurado dejándola aquella noche, pero no quería recibir visitas suyas. No estaba segura de querer verle nunca más.

Se tumbó en el sofá. Estaba agotada. Aquella noche le estaba pareciendo eterna. Cerró los ojos, tratando de conciliar el sueño, aunque el intento no le duró mucho. La despertaron unos golpes en la puerta a los veinte minutos.

Se levantó, molesta y dispuesta a cargar toda su mala suerte a quien fuera que estuviera detrás de su puerta.

-¿Quién es? -preguntó. Su voz era cansada, triste, apagada. Irradiaba pesimismo. Era horrible.

-Annabelle, abre, por favor. Será solo un momento.

Esa voz... era inconfundible. Una oleada de duda la inundó. ¿Qué podía hacer? ¿Le dejaba entrar?

-Por favor -suplicó él.

Patético, pensó, pero después abrió la puerta. Ella también era patética.

Ante Annabelle se encontraba un Kyle demacrado, con ojeras surcando sus ojos grises y visiblemente destrozado. Quiso abrazarle, llorar, o pegarle un puñetazo. Así que no hizo nada. Se quedó allí, parada, mirándole.

-¿Qué haces aquí?

-Por favor, déjame hablar. Será un segundo. Es importante.

Se miraron a los ojos. Ella hizo un gesto de cabeza que decía continúa.

Así que él siguió hablando.

-Soy horrible. Solo sé hacerle daño a la gente que quiero. Estoy enamorado de ti, Rousseau. Pero no puedo evitar ser estúpido. Los estúpidos hacen estupideces. Y eso ha sido lo de esta noche, una jodida estupidez. Lo he vuelto a estropear todo. Lo siento. No sabes cuánto lo siento. Joder, ojalá pudiera volver atrás en el tiempo y arreglarlo... Pero las cosas no funcionan así. Yo soy un cabrón, y no te merezco. No merezco a nadie. Te mereces alguien que te haga feliz, Annabelle, no alguien que te destroce.

Las lágrimas nublaron la vista de Annabelle, quien intentaba mantenerlas en los ojos. Él no podía verla llorar. No podía.

De repente, Kyle se acercó aún más a ella, y antes de que pudiera darse cuenta, sus labios se estaban tocando. No fue un beso hambriento, como cabría de esperar, sino un beso inocente. Él echaba de menos el eterno sabor a café de los labios de Annabelle. Los iba a echar de menos, también. Para Annabelle, besar a Kyle se sentía tan... familiar. Tan seguro. Ambos quisieron congelar ese momento. Pero no fue posible.

-Te quiero -susurró Kyle contra los labios de Annabelle.

Ella no sabía en qué creer. No respondió. Kyle se separó de ella, y miró por última vez a los ojos de la chica de las rosas en la cabeza. La iba a echar de menos. Más que a nadie.

1 comentario:

  1. Que boniito!
    Me encanta tu blog, te pasas por el mio?
    thebeautifulsideofyou.blogspot.com
    Gracias wapisisima!^^ jeje
    Besiitos
    Sandy<3

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